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La historia de Senaquerib y su invasión de Israel

Vamos a mirar Isaías capítulos 36 y 37. Cuando yo era un joven de 18 años, yo escuché a la Señora Lowe dando un mensaje acerca de esto en Nueva York, un mensaje que transformó mi vida. Porque fue una de esas veces que yo comprendí de que no somos salvos solamente para ir al cielo, si no también somos salvos para hacer la voluntad de Dios aquí en la tierra. Somos salvos para entrar en las batallas del Señor, resistir al enemigo y acercarnos más a Dios—estando firmes en contra de las asechanzas del enemigo y orando como Jesús oró, como Él nos enseño a orar : “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”

Prisioneros Israelíes de Lachish (Relieve del Museo Británico)

Esa historia en Isaías 36 y 37 es la historia de un rey malo, Senaquerib, el rey de Asiria, un hombre lleno de maldad. Hay que entender algo acerca del imperio Asirio, que ellos amontonaban cuerpos como montañas. Eran los nazis de esos días. Ellos marchaban a través de un territorio para destruir, para deshacer, y derribar. Y ya habían marchado a lo largo de Israel y Judá. En la ciudad de Laquis, habían caído muchos soldados. Un estudio arqueológico afirmó que en esa ciudad encontraron mensajes de los soldados pidiendo ayuda en contra del ejército asirio. El mensaje final era de que no iba a venir ayuda. Laquis fue destruida y destruida al punto de quedar en cenizas. El otro hombre del cual vamos a hablar en esta historia es Ezequías. ¡Gracias a Dios por Ezequías! Él fue un hombre bueno, piadoso, un hombre que confió en el Señor. Él no tenía grandes ejércitos para resistir a los asirios. Él no tenía fuerzas, pero él sabía que Dios tenia la fuerza. Allí estuvo este Rey haciendo frente a todas las amenazas del enemigo, y él permaneció allí por fe. Si no hubiera sido por Ezequías, Israel hubiera sido cortada, y también Judá hubiera caído.

Nunca olvide que el diablo es un asesino. Él promete cosas buenas, pero detrás de eso hay muerte. Él promete bendición pero realmente trae sufrimiento. Es un mentiroso, y eso nunca va a cambiar hasta el último día. Pero el diablo habla a cada uno de nosotros. Él habló con Jesús, ¿no hablara también conmigo? ¿Y qué tenemos que responder? Yo digo: “Diablo, eres un mentiroso, ¡rehúso y resisto tus palabras y confió en Dios!”

Leamos el capítulo 36 de Isaías:

“Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. Y el rey de Asiria envió al Rabsaces con un gran ejército desde Laquis a Jerusalén contra el rey Ezequías; y acampó junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna, escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, a los cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas? Yo digo que el consejo y poderío para la guerra, de que tú hablas, no son más que palabras vacías. Ahora bien, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí? He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el cual si alguien se apoyare, se le entrará por la mano, y la atravesará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían. Y si me decís: En el SEÑOR nuestro Dios confiamos; ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis? Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre ellos. ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo? ¿Acaso vine yo ahora a esta tierra para destruirla sin el SEÑOR? El SEÑOR me dijo: Sube a esta tierra y destrúyela.

Relieve de Senaquerib de Asiria

Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y Joa al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Judá, porque lo oye el pueblo que está sobre el muro. Y dijo el Rabsaces: ¿Acaso me envió mi señor a que dijese estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su estiércol y beber su orina con vosotros?

Entonces el Rabsaces se puso en pie y gritó a gran voz en lengua de Judá, diciendo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria. El rey dice así: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar. Ni os haga Ezequías confiar en el SEÑOR, diciendo: Ciertamente el SEÑOR nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria. No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí; y coma cada uno de su viña, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo, hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas. Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: el SEÑOR nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria? ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim? ¿Libraron a Samaria de mi mano? ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su tierra de mi mano, para que el SEÑOR libre de mi mano a Jerusalén?

Pero ellos callaron, y no le respondieron palabra; porque el rey así lo había mandado, diciendo: No le respondáis. Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.”

¿Saben algunos como terminó esta historia? Quiero que si la sabe, olvide por un momento como terminó y se concentre en la situación entre el capítulo 36 y 37. Algunas veces la Biblia se torna más real si literalmente te pones en la historia. ¡Esto es real, esto sucedió! Tenemos la evidencia arqueológica exactamente de esta batalla y de estas ciudades que fueron atacadas. Ahora bien, Senaquerib nunca escribe como terminó la historia. Su versión de la historia termina con unas palabras, “Yo puse a Ezequías como un pájaro en una jaula.” Lo escribió en arameo en sus registros.

Imaginemos por un momento, como si estuviéramos allí, en esa situación, sobre los muros de Jerusalén. Las grandes ciudades de Judá han caído, Israel ha caído. Las naciones que están alrededor de Israel han sido destruidas, y miles de personas han muerto. Algunos de ustedes se pueden imaginar las columnas de humo, no solamente de las ciudades que fueron quemadas, sino también de los cuerpos que fueron quemados. Así como los nazis, los arameos también aplastaron y pasaron por encima de la gente, ponían cuerpos sobre cuerpos como montañas y después les prendían fuego. Imagínese el olor allí, visualice ese panorama alrededor de Jerusalén y también todo ese ejército que marchó por todo el mundo. Pareciera como si uno estuviera en una compañía de “boy scouts”, sin fuerzas, sin poder. Y ahora póngase en el lugar de Ezequías. En ese momento eres el Rey, ¿qué deberías hacer?

¿Por qué traigo a colación este pasaje? Porque si miramos a Senaquerib ante la presencia de Dios, él era realmente pequeño. Desde el punto de vista humano, él parecía que tenía una boca muy grande para devorar. Pero miremos ahora desde la perspectiva de Dios. Él era simplemente un ser humano, que solo respiraba. Yo pensé acerca de este capítulo porque en nuestra generación, hay pequeñas voces que aparentan mucha grandeza, ufanándose de la maldad contra el Señor y contra su obra en la tierra. Estos en la Biblia no son los únicos. Ahmadinejad, presidente de Irán, quiere destruir a Israel, quiere borrarlo del mapa. ¿Por qué? ¿Qué significa Israel para este presidente? La realidad es que para él no es nada. Pero para el diablo es todo, porque Israel es específicamente el centro del plan de Dios. Y porque desde Jerusalén, Jesús gobernará sobre todo el mundo. ¡Ahmadinejad no entiende nada de eso! Se supone que el Islam va a controlar el mundo, que el tiempo está cerca en que los judíos sean destruidos, y que los cristianos sean destruidos también, si no se convertirán al Islam.