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¿En quién estamos confiando?

Ahora miremos un poco hacia atrás. ¿Cuál fue la promesa de Dios para Jerusalén? Que sería la ciudad del gran Rey, que de allí saldría el Mesías, que era desde donde Dios gobernaría todo el mundo. Hay tiempos en el plan de Dios cuando las cosas se tornan estrechas. Y en un punto todo tenía que ver con la fidelidad de un Abraham, de un José, de un Job, e incluso de un Ezequías como rey de Israel. ¿En qué iba a creer él? ¿En las verdaderas amenazas que estaba realizando este general? ¿O iba a creerle a Dios? Miremos la primera cosa acerca de una amenaza, por qué el diablo hace lo mismo con nosotros. ¿En quién estás confiando? ¿En quién estás confiando tu futuro? Realmente le crees a Dios o vas a temer frente a las amenazas del enemigo. El diablo viene para traer temor, y todos nosotros pasamos por tiempo de temor. Y a veces tenemos razón de tenerlo. Pero, ¿qué es mayor, el temor o nuestro Dios? Tenemos que elegir, cuando viene el temor y ejércitos detrás de ellos, con problemas reales, enfermedades detrás, aun la misma muerte. ¿A quien le vamos a creer, al temor? Si lo hacemos, estaremos bajo el reinado del diablo. Esa fue la primera amenaza, porque el espíritu de temor no viene de Dios. Viene del diablo, pero Dios es más poderoso que el temor.

La segunda amenaza, se dio a través de acusaciones de que el rey Ezequías era un mentiroso. “Oh no, no, no tienes que creerle a lo que dice los ancianos de tu iglesia, ni a los hermanos ni hermanas.” Detrás de la actitud de creer que lo sabemos todo, allá está obrando el enemigo. Dios nos ha dado hermanas y hermanos, porque nosotros no podemos verlo todo por nosotros mismos. Él nos ha puesto dentro del cuerpo de Cristo porque necesitamos él uno del otro. El pueblo de Jerusalén necesitaba un rey que hablaba la verdad, que destruyera los altares. Ezequías quitó sus altares, quitó sus dioses. Ezequías quitó los altares porque Dios debía de ser alabado en el templo y no en los lugares altos. Dios estaba obrando en Jerusalén. Dios estaba colocando fundamentos de avivamiento en Jerusalén, y el diablo no quería que eso se llevara a cabo. Él quería frenar esa obra, por lo tanto hablaba con mentiras, diciendo que Dios había venido para destruirlos. Senaquerib destruía a las naciones que no confiaban en el Señor, pero él no podía destruir a aquellos que confiaban en el Señor.

Hermanos en Cristo, están llegando tiempos de guerra. Dios va a sacudir la tierra y muchos van a caer. Pero aquellos que confían en el Señor no serán conmovidos. Si yo pongo mi esperanza en alguna otra cosa, eso va a ser sacudido. Y lo digo especialmente a los jóvenes aquí, porque ustedes quieren una vida normal. Pero la Señora Lowe nos dijo cuando éramos jóvenes, no es una generación para vivir una vida normal. ¡Es una generación que debe buscar al Señor! Este es el tiempo para buscar el Reino de los cielos. Y luego nos dijo, “Nunca van a perder, si sirven al Dios verdadero.” Dios me ha dado una preciosa esposa colombiana y cuatro hijos hermosos, pero Él me los dio a mí por su causa. No son míos, son de Él. ¡Todo pertenece a Él! Dale todo al Señor, y Él te bendecirá. Él te va a bendecir con cosas que no te pertenecen, sino con aquellas que le pertenecen a Él. Porque todo lo que pertenece solo para nosotros va a pasar.

Israelitas empalados en Lachish

La siguiente mentira de este general fue, “No confíen en Dios, confíen en el rey Senaquerib. Hagan paz y vivirán en paz. Yo los dejaré tranquilos en sus casas. Ustedes pueden tener sus viñas.” Y un judío con sentido del humor hubiera podido decir, “¿Ah, y que de todas esas ciudades que ustedes quemaron?” ¡El diablo es un mentiroso! Él dice, “¡Sírveme!” Eso fue lo que le dijo a Jesús, y le prometió todos los reinos de la tierra. Pero también hay una palabra en el versículo 17, “hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra.” Esa es una mentira del diablo, “hasta que yo venga y te tome…” Ten cuidado, porque todo lo que dice allí y lo que está susurrando el diablo es una mentira. Toda promesa del diablo es una mentira. Trae paz por un poco de tiempo, pero termina en muerte. Y eso era lo que quería el enemigo, “¡Vamos a destruir a Jerusalén! Vamos a terminar con estas personas, para que Dios no tenga su lugar en el mundo.”

Dios tiene planes para Colombia, y para las naciones de Latino América. El avivamiento ha comenzado, pero yo creo que hay una obra aun más grande que Dios quiere hacer. Y es con tal poder y unción que Colombia no podrá soportarla. El Señor dijo a los judíos, “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice el Señor de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” (Malaquías 3:10) Dios está diciendo a Colombia, “No tengan temor de Chávez, no tengan temor de esos ejércitos. No tengan temor del diablo, ni de los ídolos, ni de la brujería, sino tengan temor de mi, y demen lo que me pertenece. Y vean si no derramaré bendición que Colombia no pueda soportar. Que se va a salir aun a Venezuela, a Perú, a Bolivia, a Ecuador, Argentina, Chile y a todas las naciones de Centro y Sur América.

¡Dios no está terminado con Jerusalén! Senaquerib, sí, quería acabarla. También, Dios no está terminado con Colombia, y por eso Colombia está rodeada de gente que la odia. Se ha titulado a Colombia como la Israel de Latino América, pero no se equivoque a menos que no permitamos que entre orgullo en nosotros. Israel, no era nada especial. Era la más pequeña de las naciones, pero Dios derramó su amor sobre ella, por amor de su Nombre. Muchos norteamericanos, menosprecian a Colombia, y de cierta forma, Colombia es una de las naciones menos apetecidas. Pero Dios ha derramado su amor sobre Colombia. Él toma lo menospreciado, lo último, para hacerlo primero y esto, no para enorgullecernos de lo que hemos hecho, sino para gloriarnos de lo que Dios ha hecho. Donde el diablo quiere muerte y destrucción, Dios da vida y salvación.